Las Patronas de Veracruz: la esperanza del migrante

Desde hace más de 20 años, estas mujeres veracruzanas proveen agua y alimento a los cientos de migrantes que cruzan por Veracruz a bordo de trenes de carga

Hace 23 años, las hermanas Romero Vázquez estaban junto a las vías del tren con sus bolsas de mandado, esperando a que la máquina pasara para poder cruzar. No imaginaban que ese tren estaba a punto de cambiar sus vidas.

«Habíamos ido a comprar pan y leche para el almuerzo» recuerda Norma Romero, señalando una pequeña tienda al otro lado de las vías. «Cuando pasó el tren, había gente sobre los vagones y nos gritaban ‘Madre, tenemos hambre’. Luego pasó otro grupo y nos gritaban también ‘¡Madre, tenemos hambre!’. Entonces les aventamos nuestro pan y luego la leche.»

El sencillo e instintivo acto de amabilidad por parte de las jóvenes fue el primer paso para la creación de Las Patronas, una agrupación de caridad que ha ayudado a miles de migrantes centroamericanos desde hace ya más de dos décadas, y que ha ganado reconocimientos por parte de diversas agrupaciones de Derechos Humanos en México y el extranjero.

La comunidad de La Patrona, ubicada en un humilde rincón de Amatlán de los Reyes, en Veracruz, es paso obligado del tren de carga que conecta Centroamérica con México y, finalmente, Estados Unidos. «La Bestia» como se le llama coloquialmente, pasa por el pueblo dos o tres veces al día, y frecuentemente hay migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador o Nicaragua que, sentados en el techo, aprovechan la ruta de la máquina para acercarse a EUA, donde esperan encontrar trabajo.

«Nosotros no sabíamos eso, pensábamos que eran paisanos aventureros, que viajaban gratis por el país» confiesa Norma.

Ese día de 1995, cuando las hermanas Romero Vázquez lanzaron su desayuno a los hombres a bordo del tren, volvieron a casa esperando un castigo de su madre. En lugar de eso, la increíble Doña Leonidas diseñó un plan: si las personas necesitaban comida, la familia cocinaría unas 30 porciones de arroz y frijoles diarios, para entregarlas cuando pasara La Bestia.

Hoy en día, la cocina de Las Patronas es un panal de bullicio, una pequeña fábrica que produce docenas de porciones de los alimentos básicos: arroz, frijoles y un pequeño paquete de tortillas de maíz. La meta de 30 porciones se superó hace mucho, Las Patronas ahora entregan alimentos y agua a cientos de migrantes cada día.

«Nunca esperamos que esto creciera tanto» expresa Guadalupe González, cuñada de Norma «Creo que es porque salió de la nada, salió de lo poquito que cada quién pueda dar».

Y es también porque, tras veinte años, se ha convertido en una acción de vida: conforme los niveles de pobreza y violencia aumentan en América Central, son cada vez más los migrantes que toman rumbo al norte, montando La Bestia en busca de mejores oportunidades.

El viaje no está exento de peligros, algunos mortales: Veracruz es un punto clave en la lucha de piso entre dos peligrosos cárteles de la droga: los Zetas y el Cártel del Golfo. Los migrantes no se engañan con respecto a lo que esto implica.

«Te secuestran, te meten al tráfico de personas, te quitan los órganos» dice Ricardo, migrante de Honduras que intenta volver con su familia en Estados Unidos, tras ser deportado.

«Si traes dinero, te roban todo lo que traigas» complementa Oscar, salvadoreño que está en su misma situación. «Es muy peligroso, no sólo por los narcos sino por que es peligroso viajar sobre el tren. Hace unos días se cayó una muchacha y quedó partida a la mitad»

Y a pesar de los narcos, la hostilidad de las autoridades, el calor abrasador y las lluvias torrenciales, los migrantes siguen determinados en su viaje. Y saben que, en el camino, encontrarán amabilidad.

«¿Las Patronas? Escuchamos que nos ayudan y nos dan comida. Agua, bebidas, tortillas y frijoles. Eso ayuda mucho, porque a veces no tienes comida ni dinero para comprar nada» comenta Oscar, quien apenas terminó la educación secundaria.

Mientras tanto, en La Patrona, el tren ya asoma por el cerro. Al igual que los últimos 20 años, Norma Romero y otras mujeres del pueblo esperan a un costado de las vías, con las bolsas de comida y las botellas de agua en la mano. En su comedor ‘La Esperanza del Migrante’, más mujeres cocinan, limpian, preparan bolsas con comida, agua, ropa, medicamentos… reciben a quienes llegan sin nada y les ofrecen alimento y un espacio para descansar.

Las Patronas llevan el nombre de su localidad. Pero, para los católicos hay un profundo subtexto en el nombre, pues ‘Patrón’ también es un apelativo asignado a los protectores de un pueblo o un grupo de gente. Para los migrantes que atraviesan Veracruz a bordo de La Bestia, estas mujeres que entregan alimento y agua, salvando vidas, y a las que tal vez jamás vean de nuevo, son efectivamente santas patronas.

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