Menú del día: activismo vegano, malasañero y de buen paladar

El debate entre comer o no carne, entre si es sostenible o no, o directamente si de verdad es necesaria para vivir, está más candente que nunca. Desde que el filósofo australiano Peter Singer publicara su obra de referencia, Liberación animal, muchos se han sumado a esta corriente azuzados por su consciencia y también por el empuje de las redes sociales, y las incursiones de activistas en granjas convertidas en campos de exterminio y sufrimiento.

Así, el panorama se ha trasladado a la mesa y en muchas ciudades como Madrid la palabra vegano ya no es un término ignoto, sino algo del día a día. Y los espacios consagrados a la cocina sin ingredientes de origen animal cada vez son más. Algunos con gran aceptación, como es el caso de Vega. Una taberna bien decorada donde uno puede comer sin temor a que su ingesta sea causa de dolor. «A mí sinceramente no me gustan las etiquetas. Se trata de tomar una decisión consciente de lo que comes», cuenta José Ignacio Salas, artífice de Vega.

Para él la primera llamada de atención fue darse cuenta de que sus decisiones como consumidor afectaban al devenir del planeta. Luego sumó más motivos. Así, su ética a la hora de comer se convirtió en un modo de vida y después en un negocio. Abrió Vega hace tres años y medio. Cocina vegana y ecológica. Su intención era darle un revolcón a la imagen new age asociada a este tipo de restaurantes y crear un espacio más informal, más malasañero e incluso canalla.

Desde luego ha acertado de pleno. Llenos diarios y una clientela habitual, en una calle que tampoco es de las más transitadas de la zona centro, corroboran su buen hacer. Además, platos originales, precios al alcance de todos los bolsillos y un recomendable menú del día. Por eso nos acercamos a husmear. La fórmula diaria es un aperitivo y dos principales (a elegir entre tres), postre, bebida y pan por 11,90. También se puede coger solo un plato por 8,90.

El local es pequeño, pero bien aprovechado y tiene una parte con mesas altas pegadas a la pared donde también se puede comer. Ahí nos encontraron hueco porque estaba hasta los topes. El aperitivo del día es una crema de coliflor al curry muy sabrosa. Refrescante y colorido el cous cous marroquí con verduras y vinagreta de cilantro, y monumentales las lentejas estofadas con champiñones y arroz. Y llegamos hasta aquí pidiendo la hora porque las raciones son copiosas. Un jugoso bizcocho de manzana endulza el momento. ¿De beber? Limonada casera.

«El menú cambia todos los días. Es un reto, pero también una motivación. A veces salen recetas espectaculares y van para la carta», señala el propietario quien al contrario que muchos hosteleros ve en este formato un espacio de creación estimulante. «Para nosotros es un juego muy divertido». La media son 75 menús al día, en un sitio donde entran 36 personas, «pues ya me dirás». Su récord es de 105 en una jornada de 13.00 a 16.00h.

Se ven muchos extranjeros, de visita y residentes, y vecinos del barrio que acuden casi a diario a degustar elaboraciones como la olla gitana de garbanzos con arroz y hierbabuena o una berenjena rellena con cereales y alioli negro. «Vega nació para facilitar a la gente comer platos veganos ricos en un ambiente chulo», apunta José. Pues lo están consiguiendo.