Vallas buenas forman buenos vecinos, de Ai Weiwei

Las vallas son contudentes en la separación que anuncian. Pero en unas cercas encerradas dentro del arco del Washington Square Park, dos siluetas parecen abrazarse y así, entre espejos, superar la separación. Esas dos figuras enfrentan los barrotes en ese parque que es tan emblemático de la bohemia y la libertad.

Ai Weiwei (1957) logró eso en una instalación monumental en el lugar que él conoce bien. En Nueva York, en los años ochenta, fue estudiante de arte y entendió eso de ser inmigrante. «Cuando viví en Nueva York en los ochenta, pasaba mucho tiempo en el Washington Square Park. Esta área era una de las más vibrantes y diversas de Nueva York», ha señalado del lugar donde ahora incorpora esta suerte de jaula que tiene una puerta que se abre, como su creador observa. Una puerta que es quizás, también, la esperanza de algo.

Las vallas son contudentes en la separación que anuncian. Pero en unas cercas encerradas dentro del arco del Washington Square Park, dos siluetas parecen abrazarse y así, entre espejos, superar la separación. Esas dos figuras enfrentan los barrotes en ese parque que es tan emblemático de la bohemia y la libertad.

Son 300 trabajos a través de los cinco condados de la ciudad y entre ellos destacan piezas de gran formato en la plaza Doris C. Freedman en el Central Park, la del arco en Washington Square Park en el Greenwich Village, y por el Unisphere (el globo terráqueo) del parque Flushing Meadows Corona en Queens. En esta muestra Weiwei responde a la crisis migratoria global pero también, por medio de sus obras, ofrece una reflexión sobre el impulso de algunos para dividir a otros, lee la hoja informativa de la exhibición.

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