Andrés Manuel López Obrador rechaza una subida fiscal y descarta expropiaciones o nacionalizaciones

“Tengan confianza”. El candidato izquierdista a la presidencia de México Andrés Manuel López Obrador desgranó este viernes en Acapulco ante la plana mayor de la banca mexicana las líneas básicas del programa de Gobierno con el que confluirá a las elecciones de julio, en un nuevo intento por convencer a la flor y nata del poder económico mexicano de que su potencial llegada a la jefatura del Estado y del Gobierno no supondría una amenaza para sus intereses. “No vamos a afectar a la banca en nada”, subrayó el candidato de la coalición de Morena (izquierda), el Partido de los Trabajadores (izquierda) y el Partido Encuentro Social (conservador) rumbo a los comicios presidenciales. “Se requiere de una banca fuerte en el país. Lo que sí les proponemos es que se amplíe el servicio bancario: México tiene 1.000 municipios y más del 60% del territorio nacional sin servicios bancarios. Y se necesita”, remarcó López Obrador. “Se requiere de una banca fuerte en el país. Lo que sí les proponemos es que se amplíe el servicio bancario: México tiene 1.000 municipios y más del 60% del territorio nacional sin servicios bancarios. Y se necesita”.

En año electoral, como este, la tradicional convención bancaria mexicana —la gran cumbre anual del sector financiero en el país norteamericano— se convierte en un desfile de candidatos. López Obrador ya acudió a la cita en 2012, meses antes de las elecciones. Y ha vuelto a hacerlo este año, minutos después de que presentasen sus programas económicos sus dos rivales por la presidencia de la segunda mayor potencia de América Latina, Ricardo Anaya (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano) y José Antonio Meade (PRI). “Queremos aplicar una fórmula sencilla, pero trascendente y profunda: acabar con la corrupción, la impunidad y los privilegios”, prometió el jefe de Gobierno de la Ciudad de México entre 2000 y 2005.

“No vamos a confiscar bienes ni se van a llevar a cabo expropiaciones o nacionalizaciones. Vamos a sacar adelante el país enfrentando el principal problema: la corrupción. El plan es ese: acabar con la corrupción”, apuntó López Obrador ante un auditorio compuesto por directivos de entidades financieras y empresarios, a quienes garantizó la independencia del banco central y prometió no subir ningún impuesto —“ni el IVA, ni el de la renta”, dijo—. Tampoco, enfatizó, habrá figuras fiscales o más deuda pública si llega al Gobierno. “Ni gasolinazos”, agregó en referencia a una potencial subida en el precio de las gasolinas como el que se produjo hace un año y medio, tras la liberalización del sector. Los líderes de la banca y el sector privado correspondieron sus promesas con tímidos aplausos, menores de los cosechados por Meade y Anaya.

“No tiene que haber nerviosismo”, dijo en referencia, fundamentalmente, a los dos puntos de su programa que más inquietud ha generado en el sector privado mexicano: la posible reversión de partes importantes de la reforma energética —“los contratos que estén bien hechos y que sean buenos para el interés de la nación, adelante. Los que no, van para atrás”— y la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México —“tenemos que ser eficientes y podemos ahorrar millones haciendo dos pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía [en detrimento del nuevo aeródromo, que sería el más grande de Latinoamérica], pero sin violar el marco legal, sin cancelar contratos”—.

Como en casi todas sus intervenciones en público, la lucha contra la corrupción ha tenido un papel predominante en su discurso en la convención bancaria. “Si la desterramos vamos a llevar a cabo una revolución pacífica y a lograr el renacimiento de México”, prometió López Obrador al tiempo que insistía en la necesidad de “moralizar la vida pública”. El candidato y su equipo calculan que cada año se esfuma el equivalente al 10% del presupuesto público mexicano en actos de corrupción. “Si evitamos que roben ese dinero vamos a poder financiar el desarrollo”, agregó el líder de Morena. “Vamos a reducir sueldos arriba y se van a terminar los lujos en el Gobierno. Vamos a quitar las pensiones a los expresidentes. Vamos a tener un Gobierno austero”, prometió. “Necesitamos una regeneración: si convocamos a todos y actuamos de buena fe creo que vamos a lograr algo muy bueno para el país”.