La activista que defiende a las mujeres migrantes en Estados Unidos

Mónica Ramírez se ha ganado el reconocimiento de la comunidad hispana en el vecino país del norte por hacer todo lo posible para que las campesinas de México y Centroamérica sean tratadas con dignidad.

“Es en la oscuridad donde vive el peligro”, dice Mónica Ramírez, tercera generación de migrantes en Estados Unidos. Y es por esta oscuridad en que viven las campesinas migrantes en ese país, por lo que desde hace más de 20 años esta activista ha promovido los derechos de las mujeres de ese sector.

Pero, ¿a qué oscuridad se refiere Mónica cuando de esta población migrante se trata? “Las campesinas son invisibles en EU. Nadie está enterado de lo que está pasando. Por ejemplo, las mujeres son sometidas a pesticidas, sufriendo daños ellas y sus hijos. Me refiero a problemas neurológicos, cáncer y asma, por ejemplo”.

Y es justo en este tema donde la presidenta de la Alianza Nacional de Campesinas libra una de sus principales batallas, pues aunque con la administración de Barack Obama se tuvieron logros importantes en materia legislativa para procurar cuidados de salud a las mujeres del campo, durante el gobierno de Donald Trump, asegura, “se han tenido retrocesos y poca apertura para discutir los riesgos”.

La activista, quien tuvo su primer contacto con este tema apenas a los 14 años de edad, después de ir a un diario local en un poblado estadounidense a preguntar por qué no abordaban ahí el tema de los campesinos, quienes habían perdido su cosecha después de una fuerte tormenta, lo que le valió que la invitarán a escribir el reportaje “Las personas que nos dan de comer no tienen qué comer”, impulsa otras iniciativas a favor de las migrantes.

Una de ellas tiene que ver con la de cambiar los Derechos Civiles en EU, para proteger a mujeres migrantes campesinas que han sido abusadas sexualmente en el trabajo, toda vez que actualmente la protección solo aplica a personas que laboran en lugares con 15 trabajadores o más.

“Esto no es justo –dice Mónica Ramírez–, como tampoco lo es que se tenga un tiempo tan corto para levantar una queja, que va de 80 a 300 días, dependiendo la región donde se viva. Para las campesinas migrantes, que van de una provincia a otra trabajando, una política como ésta va contra la posibilidad de hacer valer la ley contra sus agresores”.

Bajo la Ley de Derechos Civiles actual, los perjuicios se calculan no por el daño hecho a una mujer, sino según el número de trabajadores que laboran en el lugar. “Nosotros pensamos que eso no es correcto, sino que, como cualquier otra ley, un juez debe calcular los daños por el hecho en sí”.

Una tercera campaña que impulsa Mónica y la organización que lidera es la de un pago justo a las mujeres migrantes del campo, pues las latinas son las peor pagadas, según su experiencia. Sobre la brecha salarial comenta: “Una mujer estadounidense no latina gana 80 centavos de dólar en comparación a un hombre, mientras que una mujer latina gana 54 centavos. Y si es latina e inmigrante, el pago es de 35 centavos de dólar por hora”.

Pero el problema no acaba ahí: si hay una mujer trabajando en el campo con su esposo, padre, hermano o tío, a quienes se les paga el dinero del trabajo de ellas es a ellos, no a las campesinas.

“Los datos nos dicen que 25% de los campesinos en EU son mujeres, pero es una cifra muy baja. Creo que son más, pero por el tema de la ‘ilegalidad’ no se cuentan, por eso digo que las mujeres campesinas no existen”, concluye Mónica Ramírez, para quien el apoyo a esta causa de personalidades importantes como America Ferrera, Eva Longoria, Kate Del Castillo, Olga Segura y Ana de la Reguera, entre otras, ha sido fundamental para que la agenda de mujeres migrantes se mantenga vigente en ese país.