¿Qué pensará Donald Trump al proponer pagar un bonus a los profesores que accedan a llevar armas?

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha fusionado su agenda con la de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, según sus siglas en inglés), que es el principal grupo que defiende la venta y posesión sin ningún tipo de control de las armas de fuego, para responder a la movilización de estudiantes de Secundaria de Estados Unidos tras la matanza del miércoles de la semana pasada de 14 niños y 3 profesores en un instituto al norte de Miami.

Trump arrancó el día tuiteando que las cadenas de televisión CNN y MSNBC habían dado «noticias falsas» (‘fake news’, en inglés), al informar de que el presidente había propuesto armar a los profesores de las escuelas. En realidad, dijo Trump, lo que él había dicho era «contemplar la posibilidad de dar armas a profesores expertos en su uso, que tengan experiencia militar o hayan sido entrenados». Según el presidente, «sólo» el 20% de los docentes estarán autorizados a ir a clase con una ametralladora. Además, propuso darles «un pequeño bonus».

Aparentemente, Trump no se dio cuenta de la contradicción inherente a sus palabras. Pues, si sólo el 20% del claustro va con el kalashnikov, ¿acaso no se está dejando al otro 80% indefenso? El jefe del Estado y del Gobierno estadounidense tampoco entró en detalles acerca de cómo deberían organizarse los turnos de los profesores (¿horas docentes y guardias? ¿garitas en vez de aulas?), pero poco después tuiteaba que «una escuela ‘libre de armas’ es un imán para mala gente».

Era un nuevo caso en el que la realidad contradecía al presidente. En octubre de 2015, Chris Harper-Mercer asesinó a 10 personas en la Universidad de Umpqua, en Oregón, antes de suicidarse. Nadie le frenó, pese a que el centro admite la presencia de personas con armas de fuego. Y, según informó el miércoles el sheriff del condado de Broward, en el Instituto Marjorie Stoneman Douglas había un guardia armado cuando la semana pasada Nikolas Cruz entró en el centro y asesinó a 17 personas, aunque no usó su arma reglamentaria por motivos que se desconocen. De hecho, la presencia de guardias armados no es infrecuente en institutos y colegios de Estados Unidos, sobre todo cuando éstos están situados en zonas conflictivas. También es común, de nuevo en centros docentes de áreas con delincuencia alta, la presencia de detectores de metales para que los estudiantes no entren con un revólver o cuchillo. Donde, curiosamente, no se tolera la presencia de personas armadas es en la Casa Blanca, el Congreso y el Tribunal Supremo, que son las tres instituciones que más han hecho por expandir la tenencia y venta de armas.

Trump también insistió en medidas más o menos vagas, como elevar a 21 años la edad mínima para comprar un arma, o reforzar los controles para que las personas con problemas psicológicos no puedan acceder a ese tipo de dispositivos letales. Hace un año y dos días, Trump sancionó una norma del Congreso en virtud de la cual se derogaba una disposición de su predecesor, Barack Obama, para que los vendedores de armas tuvieran constancia -lo que no afectaba en modo alguno a la transacción- de si los compradores tenían problemas psicológicos en su historial médico.