Conoce al perico monje argentino que está invadiendo a México

Patricia Ramírez Bastida, bióloga de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México, dio a conocer en una entrevista realizada por el equipo de «Muy interesante» que el ejemplar de Myiopsitta monachus, también conocido como perico monje o cotorra argentina recide aquí en nuestro país.

Explicó que el espectáculo de decenas de vistosos pericos posados en las ramas de los árboles alimentándose, volando en parvadas o asomados en las oquedales de los nidos entretejidos, es surreal.

Cuesta suponer que esta simpática ave sea la misma a la que en el sur de Florida (EUA) se acusa de provocar pérdidas millonarias al destruir infraestructura eléctrica. O la invasora sudamericana que España busca eliminar a toda costa. Una especie a la que incluso en su hogar, Argentina, se considera plaga.

“Cuando llegamos no lo podíamos creer”, dice Patricia, una de las responsables del Proyecto Cotorra Argentina, financiado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), y cuyo propósito es diagnosticar el grado de penetración de esta especie en la Ciudad de México y su área metropolitana, ubicando parvadas y sitios de anidación como éste.

El problema con las especies exóticas invasoras es que compiten por los recursos contra las especies nativas, a pesar de no ser originarias de una región, son capaces de sobrevivir, reproducirse y establecerse en hábitats y ecosistemas naturales.

“La gente las protege muchísimo”, se queja. Parecen olvidar –o peor aún, puede que ni lo sepan– que por muy bonito que sea, el perico monje argentino es una especie exótica para México y por tanto representa un peligro latente para nuestros ecosistemas; el ave incluso figura en el primer listado de invasoras publicado en diciembre pasado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Actualmente la introducción de especies exóticas se considera una de las mayores causas de pérdida de biodiversidad global, provocando hasta 17% de las extinciones animales. En México, es el tercer factor de presión a la biodiversidad.