Los osos de las cavernas siguen entre nosotros

El oso cavernario (Ursus Spelaeus) es una bestia de 3,5 metros de longitud y de hasta 500 kilos, que existió en el tiempo de nuestros antepasados europeos y que se situaba muchas veces en las entradas de las cuevas, sin embargo, este animal desapareció de la Tierra desde hace ya 25,000 años.

Algunos investigadores internacionales, han descubierto que existe ADN de este ejemplar en los osos pardos modernos (Ursus arctos). Se dice que la causa de este peculiar descubrimiento se debe a la hidratación ocurrida entre dos especies, lo que permitió el flujo de genes.

El equipo de Axel Barlow, de la Universidad de Potsdam, Alemania, analizó algunos huesos fósiles de cuatro osos cavernarios que vivieron hace entre 71.000 y 34.000 años. Tres son europeos -los restos de uno de ellos aparecieron en la cueva de Eirós, en Triacastela (Lugo), y los otros dos en sendas cuevas de Austria- y el último fue encontrado en el Cáucaso, Armenia. Los investigadores compararon el ADN de estos ejemplares con el de distintas especies: osos pardos, negros, de anteojos, pandas y polares estadounidenses y asiáticos. (ABC Ciencia)

Fue así como los investigadores descubrieron que los osos pardos contienen de un 0.9% y un 2,4% de ADN cavernario lo cual es muy similar a los osos de las cavernas quienes también albergan genes de osos pardo y se concluye que ambas especies se cruzaron justo antes de que una de ellas desapareciera por completo, dando como resultado descendientes híbridos fértiles que después se aparearían con otros osos pardos en lugar de cavernarios lo cual explica el porqué de los genes en los osos pardos modernos.