Según la CONAPO, en México, 7 de cada 10 hogares cuentan con un animal doméstico, estimando que el 80% de estos son perros.
Los animales domésticos se ven doblemente afectados por los efectos del cambio climático al experimentar por un lado su propia adaptación y por otro los efectos de la adaptación del ser humano, contó el especialista Oscar Clavellina.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señaló que los animales «que viven en cautiverio, incluidas las especies domésticas, también reciben un cambio muy fuerte porque no sufren solo un cambio climático, sino que lo sufren por dos lados, uno en su contexto y otro en el contexto humano».
De primeras, el aumento de la temperatura a nivel global provoca afectaciones en tres niveles troncales en las especies: la alimentación, la disponibilidad de agua y el clima.
El primer caso está relacionado con lo que necesita la especie para alimentarse y, en caso de que este sustento desaparezca, conlleva una modificación en la dieta del animal, que le puede llevar a morir o a engordar.
Con el agua ocurre un proceso muy similar: cuando es escasa, la vida del animal peligra; en cambio, cuando abunda porque suben los niveles, la especie puede entrar en un estado de comodidad, en el que tiene todo al alcance.
Cuando cambia el clima el animal «también experimenta un cambio muy importante, en el sentido de que las migraciones cambian, el pelaje cambia o incluso su humor cambia».
Estas afectaciones las experimentan los animales de vida silvestre pero también los domésticos, quienes, además conviven con la adaptación del ser humano a esa problemática.
Y es que «el ser humano tiende a adaptarse de forma muy drástica» gracias a las comodidades que le ha otorgado la tecnología, capaz de conseguir la calidez de una playa paradisíaca aunque afuera esté nevando.
Estas capacidades adaptativas a las que obliga la naturaleza las experimenta también el animal que vive con su dueño.
Las mascotas son cada vez «más dependientes del ser humano y si de pronto el ser humano ya no está esas especies pueden desaparecer precisamente motivado por el cambio climático».
Ven eliminada su manera natural de conseguir energía, habiéndose acostumbrado a las comodidades del humano, que, sin quererlo, priva de habilidades al animal.
Las consecuencias son claras: el perro ya no corre porque no tiene espacio; el gato no necesita cazar y está durmiendo la mayor parte del tiempo; los pájaros no ejercitan las alas porque están en una jaula, y el hámster vive en una rueda para hacer ejercicio.
El ser humano vive actualmente «sin interactuar con su medio», gozando de unas condiciones tecnológicas «artificiales», de las que también gozan los animales domésticos.
Sin embargo, «la evolución es dinámica», constante e inevitable, por lo que es complicado decir si estos cambios son buenos o malos, concluyó.