«Hoy es un día histórico para Venezuela. Llegamos a este lugar sagrado llenos de energía para rendir honores a nuestro comandante invicto y decirle que no le fallaremos jamás». Nicolás Maduro ha acudido al Cuartel de la Montaña, el lugar donde descansan los restos de Hugo Chávez, como paso previo antes de oficializar su candidatura presidencial en el Consejo Nacional Electoral (CNE).
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En la sede central del poder electoral le esperaban cientos de seguidores en la puesta en escena milimétricamente planificada de uno de los actos centrales de la precampaña electoral. Los comicios están programados para el 22 de abril, aunque el chavismo negocia en las últimas horas retrasarlos hasta mayo a cambio de la participación del ex gobernador Henri Falcón. Maduro estuvo acompañado por el «alto mando político» de la revolución, o los «hijos de Chávez», como se hacen llamar: la primera combatiente revolucionaria, Cilia Flores; el nº2 del chavismo, Diosdado Cabello; el vicepresidente Tareck El Aissami; los ministros Jorge Rodríguez y Elías Jaua; el asambleísta Adán Chávez -hermano del fallecido-, y la presidenta de la Asamblea Constituyente, Delcy Rodríguez.
En silencio, todos colocaron sus manos sobre la tumba del «gigante eterno» durante unos minutos, antes de dirigirse a la sede del poder electoral, en el centro de la ciudad, para formalizar la postulación del «candidato de la patria y de la paz», «conductor de victorias» y «protector del pueblo».
Desde antes incluso el fallecimiento de Chávez, a punto de cumplirse el quinto aniversario, la revolución impuso el culto semirreligioso a su figura, que Maduro ha continuado con tenacidad en estos años. En los alrededores del CNE un grupo musical animaba la espera a Maduro con música de los llanos venezolanos, la tierra de su padre político. La mayoría son empleados públicos, como lo anunciaban sin mayor problema las pancartas o sus propios uniformes. A pesar de la crisis, la comida no falta en el acto: emparedados y refrescos se reparten a los manifestantes que bailan, agitando sus carnets de la patria. Este documento se ha convertido en la principal herramienta del control social y político de las clases populares.
Nicolás Maduro llegó posteriormente al CNE, donde los partidos que le apoyan le confirmaron como su candidato presidencial, desde el PSUV al movimiento madurista Somos Venezuela, Podemos y el Partido Comunista. «El 22 de abril les vamos a dar una pela (paliza) con 10 millones de votos. Estoy preparado espiritualmente (…), estoy preparado anímicamente, estoy preparado moralmente, estoy preparado físicamente. A mí sí me funciona el motor y me funciona bien duro, yo sí tengo un motor», clamó el presidente. El candidato puso en duda la participación final de algún candidato opositor, pese a que «tienen todas las garantías electorales, ¿qué más pueden buscar? La única garantía que no les voy a dar nunca es que ellos ganen las elecciones», ironizó ante el fervor de sus seguidores, que llenaban la plaza Diego Ibarra y que volvieron a juramentarse hasta ver «coronada la victoria» en las elecciones presidenciales. «Quiero despejar el camino para dedicarme única y exclusivamente a las grandes tareas de la economía», insistió Maduro, quien ha gobernado dos años con plenos poderes en la materia gracias al estado de excepción y a la emergencia económica decretada por el Tribunal Supremo. Maduro se atrevió incluso con una versión del popular «Despacito», una adaptación muy revolucionaria para incitar a Henry Ramos Allup, líder de la opositora Unidad Democrática, a presentarse a las elecciones. «Suavecito, para que entre despacito…Despacito, te lo vamos a meter todito, 10 millones de votos por el buche», teatralizó el «hijo de Chávez». Según el presidente, la oposición no se presenta por orden de la Embajada de EEUU.