“vigilancia sin precedentes” de la sociedad debido a las apps de rastreo del virus

Se ha dado a conocer que más de 300 académicos de instituciones de 27 países han publicado una carta este lunes para advertir sobre el peligro de una app centralizada de rastreo de contagios: “Estamos preocupados de que algunas soluciones a esta crisis puedan resultar en sistemas que permitan una vigilancia masiva sin precedentes de la sociedad”, escriben. Este temor llevaría, añaden, a que menos gente se la descargase o empleara, lo que convertiría ese esfuerzo en inútil. La carta llega en medio de una batalla entre Gobiernos europeos e instituciones por el modelo de app que se utilice para superar la crisis.

La solución tecnológica para el día que salgamos a la calle es una app que ayude a rastrear contagios. Un gran problema del coronavirus ha sido la capacidad para contagiar de los afectados sin síntomas. Esta app permitiría saber con quién ha estado una persona que luego resulta positivo. Funciona mediante bluetooth: nuestros teléfonos se enviarían y recibirían códigos cada pocos minutos. Si alguien resulta infectado, al confirmarse su positivo, el sistema permitiría advertir a quienes han estado cerca en los últimos días para que hagan cuarentena.

Este sistema tiene básicamente dos formatos: centralizado y descentralizado. La diferencia básica es el conocimiento de la población que tiene quien controle el servidor. En el centralizado, las autoridades pueden conocer rastrear identidades, con lo que hay que confiar en que solo lo usen para combatir la Covid-19. En el descentralizado, las operaciones más importantes ocurren en el móvil, al que tienen acceso solo los usuarios.

En Europa surgió a principios de abril un consorcio llamado PEPP-PT (Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad) apoyado por decenas de instituciones. Esta era su intención inicial: “Apoyamos propuestas centralizadas y descentralizadas y cada país escogerá la que convenga a su legislación. Todo lo que proporcionemos se basará en participación voluntaria, será anónimo, no usará datos personales ni geolocalización, operará cumpliendo el Reglamento Europeo de Protección de Datos y habrá sido certificado y comprobado por profesionales”.

Desde la aparición de esa página web, poco más se supo de la actividad de PEPP-PT. Entre esas propuestas la web avanzaba que había una iniciativa llamada DP-3T. Con un equipo de más 20 profesionales en ocho instituciones europeas y liderados por una ingeniera española, Carmela Troncoso, DP-3T avanzaba en su trabajo de crear un protocolo descentralizado. Su intención era, como explicaba Troncoso en una entrevista en EL PAÍS, ofrecer una alternativa que respete la privacidad ante la certeza de que iba a haber una app de rastreo de contagios.

El viernes 10 de abril Apple y Google dieron a conocer su trabajo para ayudar con el rastreo de contagios. Su esfuerzo iba a ir en la dirección de DP-3T, es decir hacia un modelo descentralizado.

En PEPP-PT, mientras, no ocurría nada. Algunos gobiernos, como el español, se habían sumado a una iniciativa que parecía proponer algo aceptable para todo el continente. Por su parte, DP-3T seguía con su trabajo, con el código colgado en el repositorio online GitHub para que fuera analizado por la comunidad. Hasta el pasado miércoles. Ese día la mención a DP-3T fue silenciosamente eliminada de la web oficial de PEPP-PT. Empezaron los nervios.

¿Qué quedaba en PEPP-PT? Solo algo supuestamente centralizado que nadie había visto. Las sospechas y las suspicacias circulaban en todas direcciones. La única figura pública representada en PEPP-PT era Hans-Christian Boos, un empresario alemán y asesor del Gobierno federal. Pero nadie tenía claro cuál era su papel ni quién le ayudaba en su labor.

El viernes PEPP-PT organizó dos videollamadas en Zoom. Boos hizo una para periodistas. Dos investigadores del Instituto Fraunhofer hicieron la otra. Hablaron de pruebas en marcha, de una implementación próxima, de conversaciones con Apple y Google. Ese día por la tarde colgarían algo en GitHub, dijeron. Todo parecía de repente más avanzado de lo que nadie creía. Pero viernes por la tarde solo apareció un simple pdf que borraron en seguida. El caos y las dudas crecían. Varias instituciones y científicos empezaron a desvincular su nombre del proyecto.