La obsesión por la comunicación del papa Francisco, que ha transformado completamente la manera de difundir el mensaje de la Iglesia y de la Santa Sede, no podía dejar de lado la última gran plaga del periodismo: las fake news y la manipulación informativa. De este modo, el día de San Francisco de Sales, patrón de la profesión, el papa Francisco se refirió al fenómeno de las noticias falsas y lo relacionó con “la codicia” y la “sed de poder” del ser humano.
Francisco cuenta con asesores y un experto en el ramo que dirige la Prefectura de la Comunicación. Pero sigue siendo sorprendente escuchar a un Papa de 81 años, que ni siquiera ve la televisión, hablando de viralidad y demás conceptos técnicos que explican la construcción y difusión de información en redes. Pero, en el fondo, dio a entender, estas cosas han sucedido siempre y llevó el discurso a su terreno comparando su uso con la historia bíblica del diablo que, en forma de serpiente, ofrece a Eva comer el fruto del árbol prohibido a través de engaños e información falsa.
“Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano”.
El Papa, que es víctima cada semana de informaciones falsas relacionadas con sus luchas, su estado de salud o exóticas actitudes políticas aludió claramente a las últimas campañas electorales en Europa y EE UU y aseguró que “las mismas motivaciones económicas y oportunistas de la desinformación tienen su raíz en la sed de poder”.
Pero también hubo un mensaje para los periodistas y los nuevos métodos de producción de la información, tantas veces basados en las audiencias, la velocidad y la falta de rigor. A los medios de comunicación les otorgó “un compromiso especial” para evitar la expansión de la desinformación y recordó que “en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas”.
Según opinó, “el drama de la desinformación es el desacreditar al otro, presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos”. Y en esta línea consideró que las noticias falsas revelan “la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio”. “La verdad os hará libres”, concluyó, recordando el título del documento y añadiendo que es responsabilidad de los periodistas ser “protectores de las noticias”.