Las inquietantes sombras de la política de venta de armas de Trump

El Gobierno de EEUU ha anunciado esta semana la entrada en vigor de la nueva política de Venta de Armas Convencionales (CAT, por sus siglas en inglés), un documento del que apenas se sabe con certeza y cuyo principal objetivo es potenciar la industria en un sector que Estados Unidos lidera desde hace años.

El nuevo documento del Departamento de Estado, que enmienda el presentado por la anterior Administración en 2014, establece tres objetivos: dar prioridad a la competencia estratégica, crear un clima propicio para cerrar las operaciones de venta de armas y reorganizar el modelo de negocio para aumentar su éxito. Sin embargo, diversos especialistas consideran que estas metas son vagas y acusan a la Casa Blanca de falta de transparencia.

La nueva normativa, según la síntesis divulgada por la Casa Blanca, pone el énfasis en el «aumento de las oportunidades de negocio» y en la importancia de «reforzar la industria de defensa del país», dos de los puntos más importantes de la política de Trump recogidas en su eslogan: «Hacer a EEUU grande de nuevo».

Para ello, la nueva CAT simplifica la burocracia que implica cualquier transacción armamentística, de manera que ya no tendrá que ser el Gobierno, a través del Departamento de Estado, el que inicie toda operación comercial con potenciales clientes extranjeros. Esto no implica, no obstante, que cualquier venta de armamento no deba someterse en última instancia al Congreso, tal y como sucede en estos momentos.

Según datos de la Agencia de Cooperación en Seguridad del Departamento de Defensa (DSCA, por sus siglas en inglés), en el último ejercicio fiscal, que concluyó en septiembre de 2017, el país norteamericano vendió material militar por valor de 41.930 millones de dólares, lo que lo sitúa al frente de este mercado.