La actriz ha narrado a detalle lo que le impedía hablar públicamente de los tormentosos momentos que vivió con el productor.
Hace el meses, el relato de Salma Hayek acerca de su experiencia trabajando con Harvey Weinstein fue uno de los que más atención recibió en medio de la lluvia de historias que retrataban al productor como un depredador sexual, no solo porque recibió casi automáticamente el respaldo de estrellas como Antonio Banderas, sino porque explicaba de forma detallada y precisa cómo el fundador de Miramax había intentado hundir la película que habían rodado juntos, ‘Frida’, solo porque ella había rechazado una y otra sus propuestas de naturaleza sexual.
Sin embargo, tal y como acaba de confesar ahora, en un primer momento la actriz mexicana se negó a participar por pura vergüenza en el primer artículo publicado por The New York Times, que incluía con varios testimonios -algunos anónimos- de las víctimas de Weinstein.
«Cuando me lo propusieron empecé a llorar y al final no lo hice. Y después empecé a sentirme muy avergonzada porque había sido una cobarde. Llevaba más de dos décadas apoyando a otras mujeres, pero no pude hacerlo… No paraba de pensar en mi hija, en la vergüenza que sentía», ha reconocido la intérprete durante su intervención en la conferencia Oprah’s Super Soul Conversation Live Event organizada por la famosa presentadora.
«Luego se publicó el primer artículo, y me sentí aún más avergonzada por no haber hablado y más tarde, cuando muchas mujeres se habían atrevido ya a dar un paso al frente y alzar la voz, se trataba de una sensación extraña. Me parecía que mi dolor era demasiado pequeño en comparación con el de otros. Pensaba que no merecía la pena contar mi historia porque eso mismo le había sucedido a mucha gente», ha explicado para desahogarse los sentimientos encontrados que experimentó en ese momento.
Finalmente Salma optó por compartir su experiencia con sus propias palabras para «librarse de la ira» e intentar que aquellos que habían abusado en el pasado de su poder respondiera por fin de sus actos.
«No quiero que pasemos de ser víctimas a estar enojadas. No quiero que la ira sea nuestro lema o principal motivación. Eso no implica que no podamos estarlo: yo soy una mujer árabe-mexicana, bajita y furiosa, pero no permito que ese enfado nuble mi juicio. Elijo usar esa energía para ser productiva».
En la misma conversación, Salma sorprendió al revelar que en una ocasión escuchó como Weinstein le decía a Julie Taymor, directora de la película, que él le rompería las rodillas, además de ser calificada con un vulgar sinónimo de los genitales femeninos.