Se ha dado a conocer que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se ha rodeado hoy en su conferencia de prensa diaria de la plana mayor de su gabinete para escenificar que el país entra ya en las fases complicadas de la epidemia del coronavirus. Los militares han hecho públicos sus planes sanitarios -sin profundizar apenas en los detalles de en qué consistirán-, que recibirán un aporte extra de 4.500 millones de pesos (unos 180 millones de dólares). Hacienda ha anunciado, además, que adelantará a los Estados la transferencia de 10.500 millones, correspondientes a abril y mayo, y al Instituto de Salud para el Bienestar llegarán otros 4.500. López Obrador, ahora sí, ha anunciado que “en su momento se otorgarán créditos sin intereses o muy bajos a un millón de pequeños negocios que, desgraciadamente, van a resultar afectados por la crisis”.
México prevé y desea que la epidemia sea larga, es decir, que se extienda en el tiempo de tal forma que los hospitales no reciban una avalancha ingobernable de afectados, sino que se les pueda atender paulatinamente. El Gobierno trata de dar la sensación de que el dispositivo parece preparado, lo que no quiere decir suficiente. El plan previsto, por la Defensa y la Marina, que cuenta con 16.750 efectivos, necesita contratar a 3.694 personas más y también las autoridades de la Salud han recordado que sigue abierta la convocatoria para incorporar hasta 43.000 personas de las que apenas llevan 1.200. “Hay que acelerar, invitamos a que se atienda esta convocatoria y se comprometan a ayudar a su país”, ha dicho el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
“Lo más importante de todo es la vida, la salud, y eso es lo que se está protegiendo”, ha asegurado el presidente. Pero el fantasma de una crisis económica sigue sobrevolando en un país con la mitad de la población en la pobreza, un escenario tan vulnerable o más como el que se prevé ante una epidemia. Por eso las medidas de contención del contagio entre la población, las oportunas en esta segunda fase, siguen tomándose con mucha cautela, a sabiendas que cerrar todos los negocios puede resultar también fatal a medio plazo. “Eso puede afectar la economía y los derechos humanos; las medidas extremas no deben ser de las primeras [en tomarse]. Estamos muy lejos de ello. Hemos puesto recursos, herramientas y personal para la contención”, ha querido tranquilizar López-Gatell, en una conferencia que ha vuelto a dejar más dudas que certezas sobre cómo se va a concretar todo. Y ha repetido: “Lejos estamos de necesitar medidas que vulneren la vida pública o las garantías individuales”.