El medio ambiente en el 2do informe de gobierno

Es bien conocido que el presidente López Obrador presentó su Segundo Informe de Gobierno y llamó la atención que incluyera el tema ambiental en su mensaje a la nación.

Llamó la atención ya que el hecho de que a dos años de gobierno esté por nombrarse al tercer titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales inevitablemente dice más de la política ambiental de esta administración que cualquier logro que el presidente quiera intentar resaltar en este tema.

A pesar de esto, el presidente afirmó que su administración cuida del medio ambiente contrario a lo que afirmen a quienes se refiere como «pseudoambientalistas». Afirmó que su gobierno lleva a cabo el programa de reforestación «más importante en el mundo» que plantará 1,100 millones de árboles. Que ha prohibido la siembra de transgénicos y el fracking y que, contrario a lo que las anteriores cinco administraciones realizaron, su gobierno no ha otorgado nuevas concesiones mineras.  Compartió que de 1988 a octubre de 2018 se otorgaron 118 millones de hectáreas para la explotación minera, lo que equivale al 60% del territorio nacional.

Tras terminar su discurso, uno no puede evitar reflexionar y preguntarse, si las cosas han venido saliendo tan bien, entonces ¿por qué ya dos personas prefirieron dejar de ser las titulares de la Semarnat y dejar de formar parte de logros que, al menos en el discurso, parecen tan buenos?

Sería absurdo creer que la salida, primero de Josefa González-Blanco, quien fue la primera titular de la Semarnat, obedeció realmente a aquel retraso del despegue de un vuelo por el que ella se responsabilizó, y ahora, la salida de Víctor Toledo, que aún no ha sido hecha oficial, aparentemente tenga que ver con «problemas de salud».

Seguramente, en uno y otro caso, ambos ambientalistas fueron expuestos a circunstancias que fueron más allá del límite de tolerancia que tenía cada uno (por difícil que pudiera creerse que tenían).

Las declaraciones de Toledo de hace unas semanas lo expusieron claramente: la 4T no existe y la gestión ambiental no es prioridad para el resto del gabinete ni para el presidente López Obrador.

Esa afirmación debe ser una llamada de alerta aun para aquellos «ambientalistas» de la 4T que todavía hoy bailan alrededor de una hoguera creyendo que, acabando con la corrupción y el neoliberalismo y bajo la austeridad republicana nuestro país mágicamente es ya un México Verde.

Lo cierto es que la siembra de los 1,100 millones árboles de la que habló el presidente en su informe (y que tiene muy pocas posibilidades de cumplirse) poco podrá compensar la huella de deforestación que el mismo programa está causando o la huella de contaminación –y de impactos a la salud– que provocará su política antiplanetaria energética que reimpulsa el petróleo y el carbón.

De concretarse la salida de Toledo, seguramente llegará alguien que garantice al presidente no más controversias, una total sumisión y obediencia. Existen «líderes» que gustan de rodearse por gente así y no por expertos que agreguen valor y no solo digan sí.

Esto representará para el ambientalismo otra oportunidad perdida. Como la que perdimos aquí también en NL, donde los seis años de gestión ambiental de la actual administración tristemente podrá resumirse en haber intentado una consulta al final de su gobierno para intentar cerrar la refinería en Cadereyta.