La batalla legal de Albert Heringa continúa. Este hombre de 75 años ha recibido hoy una condena simbólica de seis meses de cárcel, que no supondrá su entrada en prisión, después de haber «ayudado a morir» a su madre, una anciana de 99 años.
Lo hizo en su casa de Bolduque y sin ningún tipo de supervisión médica. Su estado de salud estaba ya muy deteriorado y eso se pudo ver en el documental «El último deseo de mamá», emitido en 2010, y que el propio Heringa grabó durante los últimos días de vida de su madre.
Murió en 2008, tras varios años sufriendo dolores de espalda insoportables y después de haber perdido la visión casi por completo. Su hijo pidió insistentemente que se le practicara la eutanasia en un hospital y con una dosis letal supervisada por los profesionales, pero su médico lo rechazó. Y Heringa decidió ayudar a su madre, a quien había observado recolectar decenas de pastillas con las que ella misma buscaba acabar con su vida.
Para Heringa, el caso de su madre «es de libro» y «explica a la perfección» la definición de vida completa: una persona que sufre y que pide a gritos su muerte, dijo. Sin embargo, las dolencias que sufría, según el médico que la había tratado, no eran lo suficientemente serias como para justificar la eutanasia. Hasta ahora, el acusado no había sido condenado a ningún castigo por lo ocurrido con su madre.
La Fiscalía había pedido tres meses de prisión condicional porque, en su opinión, él «no invocó la fuerza mayor» sino que atendió a las quejas, enfermedades y el deseo de morir de su madre. No dudaron de sus intenciones pero el fiscal consideró que se merece una condena por haber actuado sin ayuda médica.