Parteras: atienden necesidades y derechos que se han vuelto invisibles para los servicios de salud

“Los servicios de salud dicen todos a control prenatal, pero cuando las mujeres van les dicen ‘ven mañana porque ya es tarde’, ‘ven pasado porque hoy no vino el médico’, ‘no está la enfermera que te atienda’, por eso ya no van las mujeres, las clínicas no están tan cerca y hay que caminar una o dos hora para llegar al centro que te toca”, explica Sebastiana, partera tradicional y una de las impulsoras de esta práctica a nivel nacional.

A este problema se suman otros tantos de índole cultural, como el hecho de que los médicos no hablen la lengua indígena de las pacientes, lo que dificulta la comunicación y genera un rechazo por parte de las mujeres, quienes se sienten regañadas todo el tiempo, explica Graciela Freyermouth, encargada del estudio La partería desde el punto de vista de las usuarias a nivel nacional.

Además, los esposos no están de acuerdo en que un médico varón revise a su esposa; a las mujeres no les gusta que las revisen cada mes, y los médicos no entienden el uso de hierbas o beber pozol en el momento del parto.

Estas dificultades generan que todavía siete de cada 10 nacimientos en las comunidades rurales sean atendidos por parteras, asegura Sebastiana.

Las parteras rurales, a diferencia de las profesionales, trabajan únicamente en las comunidades donde viven y las aledañas, conocen el contexto cultural y adquirieron el don según la creencia: primero asistieron su propio parto y luego tuvieron un sueño en el que se les reveló que deben ayudar a otras mujeres a tener su bebé.

Sin embargo, el número de atenciones va a la baja, ya que las mujeres que reciben ayuda económica de programas como Prospera ahora tienen que acudir a las citas con el médico de la clínica más cercana. Sebastiana dice que los médicos se auxilian de las parteras para que las acerquen al sistema de salud.

Una vez que las llevan, los doctores ya no les permiten atender a sus pacientes, bajo el argumento de que si el bebé o la mujer mueren, será su responsabilidad. Este miedo provocó que muchas dejaran de atender partos, mientras que otras ven a sus pacientes a escondidas.

Si bien la atención personalizada es un punto a favor para las parteras, existe también una discusión sobre el conocimiento que tienen para atender una complicación en el embarazo o en el alumbramiento.

Y las dudas no solo asaltan a los médicos. Desde que supo que estaba embarazada, Rosa Palencia decidió que quería atenderse con una partera, pero ante el temor de que hubiera una complicación acudió con un médico, que con ultrasonidos y otros estudios le garantizó que todo iba bien y podía tener al bebé en las condiciones que había elegido.

 

Ante la alta demanda grupos numerosos de mujeres se preparan para ser parteras con Mirna Amaya.

 El estudio del Observatorio de Mortalidad Materna en México y la Fundación MacArthur señala que aún debe valorarse la preparación de las parteras cuando hay un signo de alarma, ya que muchas los atienden con sus conocimientos e insumos sin considerar la vinculación con los servicios médicos, lo que a su vez ha provocado un conflicto con los doctores.

“Necesitamos que la partera tenga el conocimiento necesario para qué puede o no puede atender. De esta manera, las complicaciones van a ser menores y van a tener que identificar las áreas de riesgo antes de atender el parto. De esta manera, los médicos no recibirán una “complicación de la partera, sino una paciente con riesgo en el parto”, explica Serafín Romero, de la COMEGO.

Tanto las parteras como los médicos temen que las complicaciones deriven en una muerte materna, un problema que México aún no logra erradicar. Cifras del INEGI señalan que en 2016 se registraron 861 fallecimientos de este tipo, siendo Ciudad de México, el Edomex, Chiapas, Guerrero, Nuevo León, Veracruz y Puebla las entidades con más muertes.

Serafín Romero reconoce que México aún no llega a los estándares internacionales, pero se han conseguido logros importantes y uno de ellos es atender las complicaciones a tiempo con procedimientos como las cesáreas, que se practican en 45 de cada 100 nacimientos.

El doctor de la COMEGO justifica: “los países desarrollados tienen altos índices de cesárea, pero tienen bajo índice de mortalidad materna”.

A pesar de las diferentes visiones que tienen sobre la atención del parto, ambas partes coincidieron en que se requiere un trabajo de capacitación, profesionalización y vinculación entre médico, partera y la paciente.

“Hay que unir esfuerzos, la paciente debe estar educada para detectar su riesgo obstétrico y acudir con una partera capacitada o un médico, que a su vez deben tener la capacidad suficiente para atenderla”, añade Serafín Romero.

Por su parte, Sebastiana aseguró que las jóvenes que quieren ser parteras requieren una preparación profesional en las universidades interculturales y las escuelas de partería, que incluya los usos y costumbres, tradiciones, y la medicina indígena con temas de medicina y anatomía, algo que muchas desconocen.

Además, las parteras que no saben leer y escribir deben aprender estas habilidades, a fin de mejorar su atención y capacitarse mejor.

La partería se requiere en el país, pero la profesionalización de las mujeres que atienden a otras mujeres es esencial para preservar la tradición milenaria sin correr riesgos innecesarios.

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