En Chihuahua nadie quiere ser policía de Práxedis y Guadalupe, por ello ¡no hay elementos!

El policía estatal es parte del grupo de agentes enviados por el Gobierno del Estado la conflictiva zona de Práxedis, un pueblo silencioso del norte de México, para hacerle frente al crimen. El Valle de Juárez, durante la última década ha sido territorio de disputa entre las organizaciones criminales por su estratégica ubicación para el cruce de droga.

 

En estas localidades no hay policías municipales porque entre 2007 y 2015 casi todos fueron asesinados o secuestrados. Los que pudieron salvarse fue porque renunciaron y huyeron en busca de refugio.

Práxedis y Guadalupe son parte del llamado Valle de Juárez, una región enclavada en el desierto que también alberga otras pequeñas comunidades y que antes fue una próspera región algodonera. Desde que inició la guerra contra el narcotráfico, hace más de diez años, el territorio ha sido disputado por el cártel de Sinaloa y La Línea, el brazo aromado del cártel de Juárez, que buscan cruzar droga o indocumentados por las brechas inhóspitas que llevan a Estados Unidos.

Esta región, de la cual también forma parte Ciudad Juárez, fue la que más aportó a los históricos niveles de homicidios en 2010 (3.903 asesinatos violentos en todo el Estado). Aunque la cantidad de homicidios disminuyó considerablemente a partir de 2013, el año pasado hubo un repunte al cerrar con 1.566 asesinatos, mientras que en 2016 la cifra fue de 1.232 en todo Chihuahua.

Martín Hueramo fue regidor en Guadalupe y asegura que los policías no estaban preparados para hacerle frente al crimen. “Los municipios enfrentamos el crimen organizado desarmados y los policías solo tenían experiencia en prevenir delitos menores. En Guadalupe nos mataron a nueve policías en varias emboscadas, la comandancia fue balaceada y nos dejaron tres cabezas humanas en una hielera, fue una época terrible, de mucho miedo”, cuenta el hombre que consiguió asilo político en Texas. La población de Guadalupe pasó de tener 13.000 habitantes a 2.000, dice Hueramo. Según el Ayuntamiento, ahora el censo es de 5.000.

El último policía que tuvo Guadalupe, Joaquín Hernández, fue ejecutado en julio de 2015, cuando fue a atender un falso reporte. El departamento de seguridad local de este municipio es uno de los que más ataques ha tenido. Entre 2007 y 2010 hubo periodos en que la corporación estuvo cerrada y otros donde se retomaban actividades. En diciembre de 2010 la Dirección de Seguridad Pública finalmente fue cerrada cuando su titular, Erika Gándara, fue “levantada” por un grupo criminal que fue por ella hasta su casa.

Ella era la última policía que quedaba después de que sus compañeros renunciaron, fueron asesinados o desaparecidos. En 2014 se reinstaló la comandancia policial y quedó al frente Máximo Carrillo, pero en junio de 2015 fue asesinado. En su lugar quedó Joaquín Hernández que tres semanas después también fue ejecutado.