La alerta por posible propagación de virus antiguos del ártico

Si el cambio climático ya era una razón lo suficientemente importante como para por fin tomar conciencia medioambiental, el hecho de que este pueda provocar una oleada de nuevas enfermedades nunca antes vista es solo lo que faltaba para convencer a todo aquel que lo pusiese en duda.

Los científicos son cada vez más conscientes del hecho de que la descongelación del permafrost (la capa de suelo permanentemente congelado, pero no permanentemente cubierto de hielo o nieve) en el Ártico podría despertar a los microbios que han permanecido inactivos desde mucho antes de que apareciese el ser humano, apunta BGR.

Esos microbios pueden sobrevivir a la congelación durante períodos de tiempo extremadamente largos y, a medida que la Tierra se calienta hasta un punto que los humanos nunca antes habían visto, las zonas que han permanecido congeladas hasta la fecha podrían empezar a provocar graves problemas para a la humanidad.

Como Unearthed informa, este escenario no queda lejos de la realidad. En una conferencia científica reciente, los investigadores analizaron la desaparición del permafrost (que se ha reducido drásticamente en los últimos 20 años) y su potencial para liberar microbios que podrían causar daños graves. Pese a eso, la comunidad científica no tiene claro cuánto tiempo pueden sobrevivir dichas bacterias en el tiempo.

El consenso parece ser que los virus de ADN, a diferencia de los virus de ARN, representarán la mayor amenaza. Se cree que estos virus son más abundantes, lo que les permite sobrevivir durante períodos más largos en condiciones hostiles como el ya mencionado permafrost.

Los virus de ARN son más susceptibles al daño de tales condiciones, haciéndolos inofensivos. Las bacterias también podrían representar una amenaza, pero con una amplia gama de antibióticos a nuestra disposición, esas enfermedades podrían reducirse con bastante rapidez.

Los científicos aseguran que la mejor manera de enfrentarse a un escenario de tal magnitud es ser conscientes de los peligros que pueden surgir y, evidentemente, tratar de frenar en la medida de lo posible el cambio climático para ralentizar ese calentamiento global y sus fatales consecuencias.