Al actor y cantante Jussie Smollett (Santa Rosa, California, 1982) le pudieron la ambición y la soberbia. Le molestó el silencio y la falta de respaldo de la gente tras recibir una carta de amenaza por ser afroamericano y gay. La carta se la había enviado él mismo para justificar un aumento de sueldo. El firmante era MAGA, el acrónimo formado del eslogan de campaña del presidente de EEUU, Donald Trump: «Make America Great Again» («Hagamos a América grande de nuevo»).
Su actitud desató una sucesión de hechos cuyo relato todavía no ha terminado. De momento, el último capítulo de esta rocambolesca historia se escribió en la noche del jueves, cuando tras declarar ante el juez, el actor de Empire -la producción de uno de los canales de la Fox sobre el negocio de la música- fue puesto en libertad tras abonar el 10% de una fianza de 100.000 dólares. Previamente se le había retirado el pasaporte.
La fiscal del Estado del Condado de Cook (Illinois), había acusado formalmente al actor de presentar una denuncia falsa sobre el supuesto ataque sufrido el pasado 29 de enero. La acusación de la fiscal se basó en alteración del orden público por parte de Smollett, toda vez que el departamento de Policía de Chicago cambiase su estatus de víctima a sospechoso en la investigación criminal. De ser considerado culpable, Smollett podría enfrentarse a entre uno y tres años de prisión. Además, tendría que pagar el coste total de la investigación policial en marcha.